Un grupo de 38 turistas puntanos vivió una verdadera odisea durante un viaje a Brasil organizado por la empresa Liliana Espina Viajes, con sede en San Luis capital. Lo que prometía ser una experiencia inolvidable hacia las Cataratas del Iguazú, terminó en una seguidilla de irregularidades, suspensiones, pagos duplicados y hasta una varada de varias horas en el norte argentino.
Todo comenzó con una demora en la partida. Si bien el contingente debía salir el domingo 13 de julio, recién partió el lunes a las 23 horas, tras varias reprogramaciones y confusas explicaciones. “Estuvimos toda la semana con incertidumbre”, relató Beatriz, una de las pasajeras, en “El Potenciómetro”.
Al llegar a la aduana argentina, se encontraron con un obstáculo inesperado: uno de los choferes tenía documentación vencida, lo que impidió cruzar a Brasil. Allí permanecieron varados más de tres horas, hasta que un ómnibus brasileño fue enviado para completar el trayecto. Los pasajeros debieron trasbordar con todo su equipaje.
Ya instalados del lado brasileño, realizaron algunas excursiones previstas, pero varias actividades pagadas previamente nunca se concretaron, entre ellas el paseo en catamarán y visitas a museos. Muchos turistas, decididos a no perderse la experiencia, volvieron a pagar de su propio bolsillo, tras la promesa del coordinador de que serían reembolsados. “No sé si nos devolverán la plata”, señaló Beatriz.
Además, se denunció que pasajeros que abonaron el servicio de coche cama, con un valor extra de $50.000, no recibieron lo contratado.
El regreso también estuvo marcado por la incertidumbre. Al llegar a una YPF en El Dorado, Misiones, el coordinador anunció que el viaje se interrumpía allí: la empresa no había pagado a los choferes. Aseguraban una deuda de 10 millones de pesos, motivo por el cual los trabajadores se negaron a continuar.
La situación obligó a realizar una denuncia policial, y tras cuatro horas varados, el dueño de la empresa accedió a completar el traslado hasta San Luis.
Según testimonios, la firma ya contaría con antecedentes similares. El grupo afectado planea acciones legales conjuntas, con asesoría de abogados, para reclamar lo perdido y advertir a futuros viajeros.
“Lo que iba a ser un sueño se convirtió en una pesadilla”, lamentó Beatriz, aunque destacó que afortunadamente todos pudieron regresar a salvo.

