Javier Milei asumió la presidencia con un plan económico ambicioso y disruptivo. Su primer año de gestión marcó un giro radical en las políticas fiscales y monetarias de Argentina, con resultados mixtos en el dólar, la inflación y la actividad económica.
Al poco tiempo de asumir, Milei implementó una devaluación inicial que llevó el dólar oficial a $600 y al paralelo por encima de los $1.000. Esta tendencia alcista alcanzó su pico de $1.500 en julio, pero las medidas para controlar la emisión monetaria revirtieron la situación. El mercado cerró el año con un dólar paralelo a $1.050 y oficial a valores similares, logrando una suba del 9%, muy inferior a la inflación anual de 140%.
El ajuste trajo consigo una aceleración inicial de la inflación, con un pico del 25,5% en diciembre de 2023. Sin embargo, desde mayo, el índice comenzó a bajar hasta llegar a 3% mensual, gracias a una estricta política de contracción monetaria y un contexto de recesión económica.
El costo social fue alto: caída del 3% en la actividad económica, recortes en jubilaciones y salarios, y el impacto de la quita de subsidios. Aunque hubo una leve recuperación a mediados de 2024, estuvo lejos del optimismo inicial. El gobierno espera que la inflación descienda al 18% en 2025.
En el frente de la deuda, la estrategia incluyó transferir pasivos del Banco Central al Tesoro Nacional, reduciendo la emisión monetaria y apostando al superávit fiscal para hacer frente a los pagos. Sin embargo, la deuda total supera los U$S 460.000 millones, de los cuales U$S 3.000 millones deberán abonarse al FMI en 2025. Las negociaciones con el organismo son clave, pero están condicionadas a cambios como una mayor flexibilización cambiaria.
El gran desafío del 2025 será trasladar las mejoras macroeconómicas a la economía cotidiana, un objetivo central para que la gestión de Milei consolide sus resultados.