En una historia que pone a prueba los lazos de amistad y confianza, un hombre denunció a su amigo por venderle un tráiler que le había prestado. Carlos Lucero Fernández, el denunciante, relató que en julio de este año le cedió temporalmente el remolque a Lautaro Sosa, quien necesitaba transportar animales. “Me lo devolvés en unos días”, prometió Sosa, pero ese compromiso nunca se cumplió.
Al principio, los mensajes de WhatsApp de Lucero Fernández recibían respuesta. Sin embargo, con el correr de las semanas, Sosa dejó de contestar. Finalmente, hace tres semanas, el dueño del tráiler descubrió, a través de un conocido, que su remolque estaba en venta en una red social.
De préstamo a venta: el insólito recorrido del tráiler
Según las investigaciones, el caso tuvo varias etapas: primero, Sosa empeñó el tráiler, pero al no lograr los resultados que esperaba, resolvió recuperarlo y venderlo. El comprador fue un vecino de Alto Pencoso, quien lo adquirió sin saber el trasfondo del asunto.
Lucero Fernández decidió acudir a la justicia y denunció el hecho como “abuso de confianza”. La fiscal del caso, Alejandra Quiroga Nassivera, ya ha formulado cargos contra Sosa, quien enfrenta una causa penal.
Cronología de los hechos
- 14 de julio: Lucero Fernández presta el tráiler a Sosa, quien asegura necesitarlo por pocos días.
- Semanas posteriores: Sosa deja de responder los mensajes del dueño.
- Tres semanas atrás: Lucero Fernández descubre que su tráiler está en venta en redes sociales.
- Venta y allanamiento: Sosa paga el empeño, recupera el remolque y lo vende a un vecino. Finalmente, la Policía lo recupera tras un operativo en Alto Pencoso.
Lucero Fernández recuerda que incluso Sosa le ofreció su vehículo como garantía para calmarlo. Sin embargo, esos gestos no evitaron que, tras meses de insistencia, el tráiler terminara como moneda de cambio en una operación dudosa.
¿Confianza rota o un delito deliberado?
El caso plantea interrogantes sobre la línea entre un malentendido y un abuso premeditado de confianza. Mientras tanto, el remolque ya está en manos de su verdadero dueño, pero los lazos de amistad parecen haber quedado irremediablemente dañados.