Las tareas de búsqueda y rescate continúan en el condado de Kerr, en el centro-sur de Texas, tras las devastadoras inundaciones provocadas por la crecida del río Guadalupe. La súbita subida del caudal, ocurrida el pasado viernes, ya dejó al menos 52 víctimas fatales y mantiene a 27 personas desaparecidas, entre ellas niñas y cuidadoras de un campamento de verano.
El desastre afectó de lleno a Camp Mystic, donde se encontraban más de 700 menores participando de actividades recreativas. La mayoría logró ser evacuada a zonas más elevadas, pero la crecida del río —que subió casi ocho metros en menos de una hora— arrasó con cabañas, vehículos y casas móviles en plena celebración del 4 de julio.
Entre las víctimas confirmadas se encuentran Renee Smajstrla, de ocho años; Sarah Marsh, también de ocho; Eloise Peck y Lila Bonner, amigas oriundas de Dallas; y Janie Hunt, de nueve años. También perdió la vida Jane Ragsdale, directora y dueña del campamento Heart O’ the Hills, una figura muy querida por la comunidad.
Otra historia conmocionó a los vecinos: Julian Ryan, residente local, murió intentando salvar a su familia. Rompió una ventana para evacuar a su esposa, hijos y suegra, pero sufrió una grave herida que derivó en una hemorragia mortal. “Murió como un héroe”, lo recordó su hermana.
Las autoridades, junto a los equipos de emergencia, continúan las tareas de búsqueda, mientras el presidente Donald Trump prometió ayuda federal y envió sus condolencias a los familiares. El gobernador de Texas, Greg Abbott, amplió la declaración de zona de desastre a condados vecinos y subrayó que la prioridad es salvar vidas.
El Servicio Meteorológico Nacional había emitido advertencias por posibles inundaciones repentinas, alertando sobre una “ola letal” que se desplazaba por el río Guadalupe. Sin embargo, la velocidad del fenómeno sorprendió a residentes y visitantes que disfrutaban del fin de semana festivo.