
En Villa Mercedes, los timbres de las casas resuenan con mayor frecuencia, marcando el impacto visible de una crisis que no discrimina barrios ni horarios. Tanto en el centro como en las periferias, los vecinos coinciden: el aumento de pedidos de alimentos y dinero es un reflejo de las crecientes necesidades sociales.
“No queremos molestar, pero tenemos necesidad” es la frase que muchos escuchan tras abrir la puerta. Las solicitudes van desde un paquete de arroz hasta dinero para pañales o leche, y en algunos casos, se ofrecen a realizar pequeñas tareas, como limpiar veredas o juntar basura, a cambio de ayuda.
Sin embargo, la solidaridad choca con la inseguridad. Entre quienes realmente necesitan, algunos temen que otras personas aprovechen para hacer logística de posibles robos, generando desconfianza. “Uno quiere ayudar, pero también tiene miedo. No sabemos quién realmente necesita y quién no”, señala un vecino.
El fenómeno no distingue edades, pero llama la atención que muchas de las personas que piden rondan los 25 años o menos, mostrando el rostro más joven de la vulnerabilidad social.
Especialistas sugieren que, para evitar tensiones y garantizar un uso adecuado de los recursos, se canalicen las ayudas a través de ONGs y redes solidarias locales. Estas organizaciones trabajan para asistir a quienes lo necesitan y, al mismo tiempo, brindan seguridad a los vecinos.
El panorama expone la fragilidad de los vínculos sociales frente a una economía en crisis, mientras Villa Mercedes debate entre la empatía y el temor.
¿Cómo manejás estas situaciones en tu barrio?