
Un objeto cósmico de 24 kilómetros de ancho, detectado el 1 de julio por el sistema ATLAS (Sistema de Última Alerta de Impacto Terrestre de Asteroides), mantiene en vilo a la comunidad científica internacional. Se lo bautizó 3I/ATLAS y viaja a una velocidad estimada de 217.000 km/h, cruzando el sistema solar con dirección incierta.
En principio, fue catalogado como un cometa interestelar natural proveniente de otro sistema estelar. Sin embargo, un nuevo estudio del físico teórico Avi Loeb (Universidad de Harvard) y la Iniciativa de Estudios Interestelares de Londres encendió la polémica: sugieren que podría tratarse de una nave espacial extraterrestre, posiblemente hostil.
El informe —publicado en el repositorio científico arXiv— argumenta que la trayectoria y la velocidad del objeto son “inusuales” para un cometa común. Incluso plantea que podría tratarse de un sistema de vigilancia tecnológica camuflado, operado por una civilización avanzada.
¿Camuflaje alienígena?
La NASA proyecta que el 30 de octubre, 3I/ATLAS alcanzará su punto más cercano al Sol, a 209 millones de kilómetros, dentro de la órbita de Marte. Días después pasará a 240 millones de kilómetros de la Tierra, sin representar un riesgo de impacto.
Loeb advirtió que el objeto se ubicará en el lado opuesto a la Tierra durante su perihelio, lo que —según su análisis— podría ser una maniobra deliberada para evitar ser observado desde telescopios terrestres.
Se espera que 3I/ATLAS vuelva a acercarse a la Tierra a fines de noviembre o principios de diciembre de 2025, mientras sigue bajo análisis.
No obstante, desde el sector más conservador de la astronomía, como la investigadora Samantha Lawler (Universidad de Regina, Canadá), se descarta la hipótesis alienígena y se considera que “toda la evidencia apunta a un cometa interestelar expulsado de otro sistema solar”.
La controversia revive teorías como la “Hipótesis del Bosque Oscuro”, que sostiene que las civilizaciones avanzadas se ocultan o eliminan amenazas para sobrevivir en el cosmos.
Por el momento, no hay consenso. La comunidad científica mundial sigue observando el fenómeno con cautela mientras se recopilan nuevos datos que permitan dilucidar la verdadera naturaleza del misterioso viajero.