
Martín Casini tiene 31 años, vive en Villa Mercedes, y sabe lo que es empezar de cero. En 2021, casi por accidente, se metió a una clase de bádminton sin saber que ese volantazo sería el inicio de su carrera como deportista de alto rendimiento. Hoy forma parte de la Selección Argentina de para bádminton, es campeón nacional en singles y dobles, y se prepara para competir a nivel internacional.
Casini tiene acondroplasia, pero más que una condición, lo que lo define es su capacidad de superación. Desde chico buscó un deporte que pudiera practicar con comodidad. Probó con fútbol, pádel, atletismo. Hasta fue campeón en los Juegos Evita. Pero ninguna disciplina terminaba de encajar, hasta que apareció el bádminton.
“Fui a probar por curiosidad, ni siquiera me gustaba al principio. Pero a las dos clases, mi entrenadora me llevó a un torneo en Córdoba. Ahí vi a los chicos de la Selección de mi categoría… y supe que eso era lo que quería para mi vida.”
Apenas unos meses después, lo convocaron a un campus de entrenamiento y desde entonces integra el equipo nacional.
En julio de este año se coronó campeón nacional en dobles y singles en el torneo realizado en Neuquén. Además, se animó a participar en un encuentro convencional con deportistas senior, midiéndose con jugadores de alto nivel técnico. El resultado fue más que satisfactorio: alcanzó cuartos de final y, sobre todo, se llevó la certeza de que su evolución está en marcha.
“Me cambié de categoría a una más exigente para crecer como jugador. No fui a ganar, fui a superarme. Y lo logré. Me volví más satisfecho de lo que imaginaba.”
Pero no todo es bádminton. Martín también practica powerlifting adaptado (levantamiento de pesas en banco), otra disciplina paralímpica que retomó recientemente. Ya fue subcampeón nacional en su categoría y se prepara para la próxima competencia en San Juan, a fin de mes.
“Mis objetivos en ambas disciplinas son los mismos: superar mi marca personal. El rival soy yo mismo, y quiero que cada torneo me encuentre mejor que el anterior.”
Casini entrena de lunes a viernes, sin descanso. Pero su realidad dista mucho de la de un atleta profesional. No tiene sponsor ni apoyo económico sostenido. Viaja solo a los torneos, paga sus gastos como puede, y muchas veces debe ponerle un freno al cuerpo para evitar lesiones por sobreentrenamiento.
“Mi sueño es poder vivir del deporte. Hoy está lejos, pero gracias a mi mamá y a mis compañeros de entrenamiento puedo seguir compitiendo.”
Detrás de sus logros, hay una red de personas clave: su equipo Mercedes Bádminton, sus compañeras como Melina, los profes que le prestan el gimnasio, los técnicos que lo acompañan en el powerlifting. Y también los espacios públicos que abren sus puertas, como el Palacio de los Deportes y La Pedrera.
Aunque no lo acompañe una multitud, Casini nunca se queda quieto. Viaja solo, pero siempre con un objetivo claro: crecer. Cada torneo es un desafío físico, técnico y emocional. Cada punto ganado es una victoria contra los límites autoimpuestos y las barreras sociales.
“El deporte me ayuda a liberar emociones que tenía escondidas. Me da confianza, pero también me enfrenta a la inseguridad. Aprendí que para rendir tengo que estar enfocado. Adentro y afuera de la cancha.”