El 30 de marzo de 1974 marcó el inicio de una de las series más icónicas de la televisión: “La Familia Ingalls“. Sin embargo, tras cincuenta años desde su debut, el brillo de esta producción televisiva se ve empañado por revelaciones perturbadoras que salen a la luz. Lo que parecía ser el retrato idílico de una familia de colonos en el Oeste americano esconde un oscuro pasado marcado por el abuso, el alcoholismo y secretos nucleares.
La celebración del quincuagésimo aniversario de la serie reunió a antiguos miembros del elenco en el Big Sky Ranch, cerca de Simi Valley, California. A pesar de la ausencia de Michael Landon, el corazón de la producción, los recuerdos y anécdotas fluyeron entre los actores supervivientes, revelando los entresijos de una serie que cautivó a audiencias de todo el mundo.
La visión idílica de los Ingalls como una familia ejemplar en la frontera americana se desmorona al conocer la versión original de los relatos autobiográficos de Laura Ingalls Wilder. Los episodios de abuso doméstico, los triángulos amorosos y la violencia familiar que Laura omitió en su versión edulcorada de los libros pintan un retrato mucho más sombrío de la vida en Walnut Grove.
Además de los oscuros secretos familiares, los terrenos donde se grabaron los episodios esconden una tragedia aún más siniestra. El Big Sky Ranch, ubicado en un área contaminada por un desastre nuclear en 1959, expuso a los actores y al equipo de producción a niveles peligrosos de radiación. Aunque nunca se ha confirmado una conexión directa entre la exposición a la radiación y las enfermedades que afectaron a varios miembros del elenco, las sospechas persisten.