
La “casta” política demostró esta semana su vigencia en las fuerzas mayoritarias, pese al discurso “antirosquero” que impulsó el gobierno de Javier Milei. El cierre de listas electorales dejó al descubierto alianzas polémicas, reciclados de figuras cuestionadas y licitaciones sospechosas que contradicen la retórica oficial.
Uno de los casos más resonantes fue la adjudicación de una licitación estatal millonaria a una empresa vinculada a los Menem, donde el ahora diputado Martín Menem fue accionista. El vocero presidencial, Manuel Adorni, desvió las críticas hacia los medios, pero el contrato ya está firmado. “Es el capitalismo de amigos en su máxima expresión”, señalaron analistas.
En la provincia de Buenos Aires, la alianza entre LLA y PRO generó rechazo incluso dentro del PRO, donde varios intendentes rechazaron sumarse ante lo que calificaron como una “humillación”. Karina Milei, hermana del Presidente y sin cargo formal, vetó candidatos de sus aliados y dio órdenes directas a figuras como Christian Ritondo y Diego Santilli.
“Es inédito que una tarotista sin experiencia política decida sobre un partido tradicional”, ironizó un dirigente opositor.
El peronismo, por su parte, logró una lista de unidad con Axel Kicillof, La Cámpora y Sergio Massa, en lo que muchos interpretan como un intento de preservar sus estructuras de poder.
El escándalo se profundizó con la denuncia contra Pablo Emanuel López, concejal de LLA en Salta, acusado de descontar el sueldo a una empleada y solicitar favores sexuales para compensarla. “Los que prometían ‘cambiar la política’ repiten los peores vicios”, criticaron desde la oposición.
Expertos comparan a Milei con liderazgos históricos controversiales, marcados por un relato mesiánico y la desconfianza hacia las instituciones. “Como Nerón, se presenta como el único salvador posible”, advirtió un historiador. La pregunta que queda es: ¿Podrá el Gobierno corregir el rumbo o está condenado a replicar lo que juró destruir?
Info:Dario Lopérfido NA