
La historia de Juan Pablo Dabove con la arquería nació casi de casualidad, pero pronto se transformó en una pasión que lo llevó a recorrer el país, colgarse medallas y soñar con los Juegos Olímpicos de 2028.
Era abril de 2015 cuando, mientras Juampi ayudaba en la farmacia familiar, un vecino le propuso probar un deporte que le cambiaría la vida. “Desde ese día me volví loco con el arco y las flechas”, recuerda. Lo que empezó como un pasatiempo se convirtió en un proyecto de vida.
Antes de la arquería, Dabove había pasado por fútbol, básquet, natación y taekwondo, pero ninguno lo atrapaba. Introvertido y tímido, sentía que no lograba encajar. El tiro con arco le abrió una puerta inesperada: un espacio individual, pero a la vez comunitario, donde el progreso depende solo del esfuerzo personal. “Me sentí cómodo desde el primer día y encontré un ambiente sano, sin rivalidades tóxicas”, resume.

Con apenas tres años en el deporte, ya competía en las dos categorías más exigentes: 70 metros aire libre —la distancia olímpica— y 18 metros indoor, la modalidad de los mundiales. En 2018 consiguió su primer gran logro: segundo puesto en la final regional, nada menos que contra el entonces mejor arquero del país, Fabi Cárdenas.
Un año después llegaría lo que él mismo define como un año “mágico”: en 2019 disputó ocho torneos y ganó nueve medallas (ocho de oro y una de bronce). “Fue una locura realmente, era mi primer año completo en aire libre y ya estaba peleando finales nacionales”, cuenta.

Ni la pandemia logró frenar su progreso: en 2020 participó en torneos virtuales, donde sumó más medallas. Y en 2021 dio un salto histórico: clasificó a la selección argentina de arquería, alcanzando el octavo lugar en el ranking nacional.
Tras un 2023 de preparación técnica y mental, llegó la explosión: en 2024 acumuló récords personales, títulos regionales y un logro que marcaría su carrera. Este año, en los Juegos Argentinos de Alto Rendimiento en Rosario, integrando el equipo masculino junto a Tomás Bascary y representando a La Rioja, alcanzó la gloria: medalla de oro por equipos, venciendo a potencias como Buenos Aires, donde competían referentes olímpicos y panamericanos.
“Fue una locura, uno de mis logros más importantes. Ganamos en un torneo durísimo y sumamos un medalla de oro para la provincia de La Rioja”, cuenta con orgullo.

El presente de Juampi es tan exigente como apasionante: entrena 5 a 6 días por semana, entre tres y cuatro horas diarias, acompañado por un equipo profesional integrado por su entrenador de General Deheza, su psicóloga, la nutricionista Sofi Pereyra y el preparador físico Leo Aimone. Además cuenta con el apoyo incondicional de su familia y todo esto lo combina con sus estudios de Ingeniería Industrial, donde enfrenta el desafío de equilibrar academia y alto rendimiento deportivo.
Su calendario inmediato incluye la final regional en Río Cuarto y la final nacional en Tucumán, con el claro objetivo de regresar a la selección argentina y disputar los Juegos Odesur en 2026. Pero más allá de los torneos, hay un horizonte que lo motiva cada mañana: los Juegos Olímpicos de 2028.
“Es un sueño que quiero cumplir. Falta mucho trabajo y tiempo, pero voy a hacer todo lo posible para estar ahí representando a la Argentina”, afirma con la misma pasión con la que, hace diez años, tomó un arco por primera vez.

