
La historia de Jardín la Funk no empieza en un ensayo, ni en un bar, ni en un escenario. Empieza en un silencio. Era 2020, el mundo estaba detenido y Emiliano Luciani, músico y compositor de Villa Mercedes, acababa de cerrar un ciclo. Quince años de proyectos entre el punk, el reggae y el rock quedaban atrás. Pero lo que parecía un final, terminó siendo la semilla de algo nuevo.
“Fue raro, porque no tenía ni letra ni melodía. Solo las ganas de hacer algo distinto”, cuenta a Villa Mercedes Info. Ese “algo” tomó la forma de funk. Y, como todo jardín, necesitó de paciencia, de tierra fértil y de compañía.
La primera en sumarse fue Luz Rodriguez, bajista y cómplice desde el inicio. Sin experiencia previa en el género, se arrojó de lleno a aprender y a darle el pulso al proyecto. Después llegaron más músicos, amistades que entraban y salían, noches de ensayo que parecían no terminar y la convicción de que la música, tarde o temprano, iba a florecer.
“No creemos en la música como hobby. Para nosotros es un trabajo artesanal. Cada canción lleva horas, compromiso y respeto”, nos dicen. Esa ética se escucha en cada acorde y se siente en cada presentación: no hay atajos, hay camino.
Con esa mentalidad grabaron su primer EP “Fuegos”, un puñado de canciones hechas con recursos mínimos y voluntad máxima. El proceso fue áspero: estudios prestados, equipos limitados, muchas puertas cerradas. Pero también fue luminoso: artistas invitados de gran nivel, colaboraciones inesperadas y un sonido que, aunque crudo, tenía identidad propia.
De él formaron parte, además de Emiliano y Luz, Sebastián Testa (Teclados en temas 1 y 5), Sebastián Vega (Batería), Marilina Cerrato (Saxo tenor) y Cristian Gerardi (Saxo Alto). Con cinco canciones que llegan hasta lo más profundo y que cuentan con la colaboración de Vero del Río, en “Luchadores” y William Marra en “Apaga”.
Hoy el jardín está más verde que nunca. Con el productor sanluiseño Martín Quinzio y Nicola de Battista en batería, la banda acaba de grabar en Estudio Lambda su nuevo sencillo “Jardín”: un salto de calidad que expone la maduración de un proyecto que sabe a dónde quiere ir. “Preferimos ir de menos a más, dar pasos firmes. Este single es apenas el comienzo”, aseguran.
Escucharlos es entrar en un clima donde todo late: líneas de bajo profundas, guitarras que juegan con el aire, percusiones que invitan al movimiento y una voz que une las piezas. No hay fórmulas: hay esencia.
Jardín la Funk es un recordatorio de que, incluso en medio de la tormenta, siempre puede brotar algo nuevo. Y lo que brota acá, suena a groove, a raíz y a futuro.