Era junio del 2023, cuando los medios nacionales se hacían eco de las declaraciones del ex gobernador Alberto Rodríguez Saá. En tono relajado, y tal vez saboreando una victoria que nunca llegaría, el septuagenario patriarca dijo que planeaba alejarse de la política en diciembre de ese año.

El diario La Nación comentaba el escepticismo de la política provincial ante esas declaraciones de Alberto. Un diputado memorioso hasta recordó que lo mismo había dicho en el 2010, cuando pensaba retirarse para dedicarse a la pintura y el teatro. Poco después se presentaría como candidato a presidente en una desastrosa elección.

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Lo cierto es que Alberto habló mucho de dejar el gobierno a los jóvenes, pero jamás realizó el trasvasamiento generacional, ni permitió la formación de líderes fuertes para competir en una elección. Su último delfin, el “Gato” Fernández, de mas o menos la misma edad, resulto un fiasco electoral, pese a remontar bastante de sus números iniciales en las encuestas.

¿Qué habría motivado este nuevo anuncio? Quizás las múltiples denuncias contra el vaciamiento de la provincia que alega el poggismo. Quizás los problemas legales de varios de sus aliados. Quizás el miedo a la trascendencia de su hermano Adolfo, que pese a mantenerse en silencio, sigue teniendo un poder político y una imagen de haber sido el verdadero padre de la fuerza del PJ de San Luis. Quizás haberse dado cuenta que por más que quisiera hacer inventos como el “Gran San Luis”, el voto de Villa Mercedes fue decisivo. Quizás que el voto en el mismo San Luis también le dio un revés del que quiere revancha. Quizás los negocios no andan bien en un año mundialmente complicado. Quizás la caída de su amigo Alberto Fernández y de varios referentes nacionales del peronismo lo hacen soñar con la presidencia post Milei. O quizás simplemente extraña el poder.

Cómo sea, en su anuncio Alberto habló de “lucha”, y de que quiere ser presidente o apoderado del PJ. El poder político institucional en la legislatura lo ha perdido, y pese a que tiene un buen número de intendentes peronistas, todo indicaría que algunos berrinches políticos habrían logrado que los perdiera.

De todos modos, la presidencia o no del PJ probablemente le importe poco a la gente en la calle, y haya mucho rencor en el seno del partido por parte de los militantes mas antiguos, muchos de los que piensan que el PJ también sufrió un deshuase metódico por culpa del despotismo y la falta de internas. El tiempo lo dirá.