El Informe Mundial de la Felicidad 2024, publicado por Gallup, ha ratificado a Finlandia como el país más feliz del mundo por séptimo año consecutivo. Sin embargo, detrás de este título, se esconden tendencias preocupantes y datos curiosos que delinean la realidad de la felicidad a nivel global.

El estudio, elaborado en colaboración con diversas instituciones, revela un aumento en la desigualdad de la felicidad en casi todas las regiones del mundo desde 2006. Esta creciente brecha se evidencia particularmente en América Latina, donde ninguna nación logró posicionarse entre los primeros lugares del ranking. Costa Rica lidera la región en el puesto 12, seguido por México, Uruguay, El Salvador y Chile, mientras que Brasil, Argentina y Paraguay se sitúan más atrás. Venezuela, inmersa en una profunda crisis, se encuentra en el puesto 79.

Sin embargo, el informe reserva una sorpresa para Estados Unidos. Por primera vez, el país norteamericano no figura entre los 20 más felices del mundo, cayendo al puesto 23. Este descenso se atribuye en parte a la disminución de la satisfacción con la vida entre los estadounidenses menores de 30 años, quienes ocupan el puesto 62 en la clasificación mundial. En contraste, los mayores de 60 años se encuentran entre los 10 primeros a nivel global.

Este cambio generacional en la percepción de la felicidad se replica en otros países como Canadá y Australia, donde la satisfacción entre los jóvenes ha disminuido en la última década, a diferencia de los adultos mayores.

El informe también revela que la desigualdad en la felicidad está en aumento en todo el mundo, siendo especialmente pronunciada en África subsahariana, donde ha aumentado en más del 50% desde 2006. Los investigadores destacan que esta desigualdad tiene un impacto significativo en la felicidad general de una nación, incluso más que la desigualdad de ingresos.

Más allá de las clasificaciones, el informe subraya la importancia de comprender las tendencias subyacentes en la felicidad mundial. Preguntar a las personas cómo se sienten y profundizar en las razones detrás de sus respuestas es esencial para comprender el bienestar global y abordar las crecientes disparidades.