Fallo histórico: Los detalles del juicio millonario que le ganaron a “La Mona” Jiménez

Natalia Jiménez Rufino luchó por su identidad y venció en tribunales de Buenos Aires y Córdoba

Tras años de lucha judicial, Natalia Jiménez Rufino, hija no reconocida del músico Juan Carlos “La Mona” Jiménez Rufino, logró una sentencia favorable que no solo confirmó su filiación biológica sino que también le otorgó un resarcimiento económico por los daños sufridos durante décadas de negación paterna.

El proceso judicial comenzó con la supresión del apellido de quien fue su padre de crianza, el señor Tadej, exesposo de su madre biológica. Con una prueba de ADN superior al 99,9%, Natalia inició la demanda de filiación en Ciudad de Buenos Aires, obteniendo una sentencia favorable dictada por el juez Alberto Domínguez. Luego, dado que el domicilio del padre biológico se encuentra en Córdoba, la acción continuó en los tribunales de familia de esa provincia.

Allí, la jueza María Virginia Arato confirmó la filiación con el respaldo de pruebas genéticas y psicológicas, y reconoció el derecho de Natalia a recibir una compensación económica por daño moral y patrimonial, en línea con el principio de que todos los hijos son iguales ante la ley, sin distinción de origen.

Según el equipo jurídico que la acompañó, encabezado por los abogados Osvaldo Farías y Carolina, el fallo sienta un precedente inédito en la justicia argentina en casos de reconocimiento forzado de paternidad y reparación por el abandono afectivo.

El proceso fue complejo, no solo desde lo jurídico sino también en lo emocional. Natalia enfrentó hostigamiento, intentos de desacreditarla públicamente, y vivió con temor a las influencias del entorno del padre. Sin embargo, continuó adelante, respaldada por su equipo legal y por su firme convicción de defender su derecho a la identidad.

El caso ha despertado gran interés en ámbitos jurídicos y mediáticos, por tratarse de un artista de proyección internacional. La sentencia reconoce que el vínculo afectivo fue deteriorado a partir del inicio del proceso judicial, a pesar de que existieron encuentros previos entre padre e hija, incluso desde la infancia.

Finalmente, se destacó que, si bien la justicia no puede forzar un lazo afectivo, sí puede y debe reparar el daño causado por su ausencia. La esperanza de Natalia y su entorno es que, con el tiempo, también pueda restablecerse el vínculo emocional.