Por César Albarracín
El ataque a las universidades en Villa Mercedes llega a puntos inmorales. No es extraño, porque nuestra ciudad fue, en porcentaje, una de las que mas apoyó con el voto al actual presidente de la Nación, probablemente por hartazgo a gobiernos anteriores. Eso implica lo que nuestra población acepte y reconozca como reales y verdaderas casi todas las medidas mileistas (mal llamadas libertarias), algo que se conoce como “disociación cognitiva”. Votaron un cambio, lo cual es democráticamente aceptable, pero si ese cambió es malo, parece que es preferible mirar hacia otro lado.
Hoy los comentarios en las redes en contra de las universidades en nuestra ciudad son mayoritariamente de haters utilizando términos como “zurdos”, “con la nuestra”, tienen un curro”. Nadie se detiene a pensar el movimiento económico, social y cultural que genera la educación superior. Prefieren quedarse en esos mensajes cortos. Es más, mientras escribo este artículo, podría apostar que habrá haters que van a comentar sin haber leído ni entrado a leer la nota.
Cuando el actual gobierno entró, dijo que venía a dar una batalla cultural, ¡y vaya que lo está haciendo!. Los famosos costos de la casta, no los ha tocado para nada. Mas casta que tener a los Menem, no puede existir, pero si atacó la cultura, que a gran porcentaje de la gente no le importó, las jubilaciones, la salud, y ahora la universidad pública, mientras da uno que otro golpe a la salud.
Esto puede hacerse porque hay factores que lo favorecen. Uno de ellos es la individualidad que reina en la sociedad. Muchos se quedan con el discurso de “yo tengo que levantarme a trabajar todos los días”, o pensar que se puede hacerse emprendedor y volverse rico de la noche a la mañana. No hay un pensamiento colectivista donde uno no puede ser feliz, si el que está al lado no es feliz también.
Pero lo que le pasa al que está al lado, también nos afecta. La gran mayoría de los profesionales que día a día nos cruzamos en nuestra ciudad, estudiaron en la universidad pública. ¿De donde salen los médicos que nos atienden? ¿Los ingenieros que hacen que nos lleguen los alimentos a nuestra mesa? ¿Los arquitectos que construyen nuestras casas?. Pero hay más, si nos quedamos en nuestra ciudad, tenemos más de una universidad, y ya hay chicos que vienen de otras localidades y provincias a estudiar. Esos chicos, ¿Dónde compran su comida, su ropa?, ¿Dónde pagan alquileres? Los docentes y no docentes que trabajan en nuestras universidades, ¿Dónde gastan sus sueldos? ¿En qué negocios? ¿Van a poder nuestros hijos asistir a una universidad arancelada? Hay toda una estructura económica detrás de una universidad que, si se cae, nos va a afectar a todos.
Pero el discurso oficialista dice que todo es porque no se dejan auditar. Todas las universidades se auditan. Si el órgano auditor depende del ejecutivo o del legislativo, es una cuestión burocrática, en cambio el desfinanciamiento es una cuestión de prioridades. Es una locura que hoy las prioridades del gobierno se encuentren en enviar tropas para que queden al mando de Estados Unidos e Inglaterra, con el único objetivo de que después el presidente consiga una buena foto sonriendo y levantando los pulgares al lado de algún político norteamericano. ¿Alguien en nuestra ciudad, que es malvinense hasta la médula es conciente de lo terrible que es de que pongan nuestras fuerzas al servicio de Gran Bretaña?. Parece ser que nadie leyó esa noticia. ¿Qué van a hacer nuestros soldados en Irán al mando de Inglaterra? ¿Cantar “el que no salta es un inglés”?. Ahí están los fondos que no quieren enviar a las universidades, en prioridades bélicas. Tuve la posibilidad de preguntarle estos temas a la diputada Bachey, en un programa por Streaming del periodista Sebastián Fernández. Ella evito contestarlo, confundiendo voluntariamente movimiento de tropas al exterior, con seguridad interna. Me encantaría saber si esta diputada y sus seres queridos se formaron todos en universidades privadas.
El discurso de que no está en juego ni en discusión la educación publica y gratuita, no se condice ni con las acciones que realizan, ni con la plataforma de campaña presentada por el presidente Javier Milei que, por supuesto, casi nadie leyó.
Pero la batalla cultural que libra el presidente es justamente eso: despatriatización. El problema estratégico que tiene, es que una guerra se sabe como comienza, nunca como termina.
Ayer, en medio de la toma en Villa Mercedes, los profesores denunciaron que un referente de franja morada realizo un ataque violento en la toma. El señor Funes, este referente, según dicen, responde directamente al Rector Morinigo. Los comentarios en las redes de los vecinos tratan de zurdos a los alumnos y docentes que se encontraban en la toma, y de pobres chicos que quieren estudiar al grupo violento que entró. Es extraño que ya nadie sepa que Franja Morada es uno de los grupos mas politizados de las universidades, generalmente respondiendo al radicalismo, y aparentemente en nuestra ciudad, respondiendo al sector libertario. Parecen olvidarse que el radicalismo argentino puro reconoce como herencia el legado de Leandro Alem, sucesor de Sarmiento, educado en la UBA. ¿En dónde? Sí, en la UBA. Y si hablamos de radicales, ¿estarían de acuerdo Alfonsín, o Don Hipólito con estas medidas?. Me gustaría saber que piensan los históricos de Franja Morada, ante uno de sus actuales referentes en la ciudad, realizando estas acciones.
Una cosa es haber elegido un gobierno democrático, por convencimiento o hartazgo de otro, otra cosa muy distinta es permitirle a ese gobierno, cualquiera sea, que destruya lo bueno que se construyó en años de una Argentina fuerte en Ciencia, justicia y trabajo.
Dejo una última reflexión, que leí por ahí. Dice la biblia que hace muchos años un hijo de carpintero sanaba a los pobres, y murió en una cruz. En Argentina tuvimos también un hijo de carpintero que sanaba a los pobres, y se llamó René Favaloro. Él no tenía poderes, tenía una formación aprendida en una universidad pública.
El discurso libertario actual puede parecer muy tentador, pero no hay libertad sin igualdad, no hay igualdad sin fraternidad, y no hay patria si no hay para comer. En Villa Mercedes, las universidades también nos dan de comer, a todos.
