
En el Día del Historiador, pocos nombres resuenan con tanta fuerza como el de Ine Lanfranchi. Para muchos, es una de las autoras más queridas de la literatura fantástica, pero quienes la escuchan narrar mitos, linajes y secretos de la tierra que habita, descubren otra faceta igual de poderosa: la de historiadora de lo invisible, tejida entre sueños, arquetipos y la memoria ancestral.
“Primero aprendí a soñar, después a escribir”, confiesa Ine, recordando aquella infancia vivida en un departamento en la ciudad de Buenos Aires, bajo un contexto familiar y social que la empujó a escapar con la imaginación. A los siete años ya manipulaba sus sueños como quien da forma a un cuento interminable. Cada noche era una puerta hacia castillos, príncipes y mundos imposibles que, de adulta, transformaría en libros.
Pero Ine no se detuvo en la fantasía pura. Su curiosidad innata la llevó a profundizar en la psicología de Carl Jung, descubriendo que los sueños son arquetipos universales. Fue ahí cuando comprendió que lo que escribía no solo era personal: su pluma capturaba fragmentos del imaginario colectivo. “El sueño es el mito personal y el mito es el sueño de la humanidad”, explica. Y si los mitos son los sueños de la humanidad, entonces narrarlos es devolverle a la gente una parte de su verdad.
Con el tiempo, esa exploración onírica se volvió puente hacia la historia de su tierra adoptiva: San Luis, donde se hizo escritora. Hoy investiga, recopila y rescata relatos que habitan en la frontera entre el dato histórico y la leyenda viva. Su próxima obra se sumerge en uno de los misterios más intrigantes de la región: el Sol Rojo de los Comechingones, una piedra sagrada que, según cuentan documentos de principios del siglo XX, fue sustraída y trasladada al Museo Británico, para luego desaparecer tras la Guerra de Malvinas.
Para Ine, esta historia no es solo una anécdota arqueológica: es un símbolo de la energía solar que envuelve a estas sierras. “Los Comechingones eran seres solares, descendientes del Sol. Esta tierra tiene una fuerza magnética que atraía a pueblos originarios de toda América”, relata. Su entusiasmo contagia: cada detalle, cada linaje, cada conexión mística parece confirmar que estamos parados sobre un territorio con memoria viva, aunque parte de esa herencia haya sido silenciada o dispersada.
En su trabajo se cruzan poetas como Lugones, antropólogos como Joseph Campbell, y hasta sociedades herméticas que preservaron secretos en épocas donde hablar de estos temas implicaba riesgo. Entre documentos, relatos orales y conexiones improbables, Lanfranchi construye una narración donde todo confluye: desde el camino del héroe hasta los mitos amerindios, pasando por minerales que energizan a quienes se acercan a las sierras.
Pero más allá de los libros y las conferencias, Ine Lanfranchi deja una semilla poderosa: la reivindicación del don, esa capacidad única que cada persona tiene para entregar algo genuino al mundo. “El don es lo que sale fácil, lo que se da desde la pasión y sin esfuerzo. Es nuestra donación a la humanidad”, dice, invitando a todos a preguntarse qué talento dormido guarda cada uno.
Mientras tanto, ella sigue escribiendo, soñando, investigando y donando su voz a los relatos que no deben perderse. Su próximo libro, que espera tener listo en el año 2026, será una invitación a mirar el pasado con nuevos ojos, para comprender que la línea entre la fantasía y la historia es, muchas veces, un velo que se corre cuando alguien se anima a narrar con la verdad en la mano.
Ine Lanfranchi, la historiadora que aprendió primero a soñar y luego a contar, nos recuerda que conocer nuestra historia es también reconectar con la energía que nos hizo pueblo, mito y futuro.
Conoce más sobre la gran escritora y sus obras en su bibliografía.
Redacción: Miriam Martin