El Gobierno argentino avanza en un acuerdo de cooperación militar con Estados Unidos que incluiría el abastecimiento y mantenimiento de submarinos en una Base Naval Integrada en Ushuaia, Tierra del Fuego. Si bien los planos ya están finalizados, el proyecto enfrenta retrasos por falta de presupuesto, tras no aprobarse las partidas en el Presupuesto 2025.
Desde el inicio de su gestión, la administración de Javier Milei busca cerrar un acuerdo técnico para que ingenieros de la Armada estadounidense participen en la planificación. Este esquema es similar al utilizado en la Hidrovía Paraná-Paraguay, donde colaboraron con la Administración General de Puertos.
Esta semana, el jefe del Comando Sur de EE.UU., general Laura Richardson, visitó la base argentina en Ushuaia tras reunirse con Milei y destacó el “papel crucial” de Argentina en la protección de rutas marítimas globales. En declaraciones al Senado de EE.UU., Richardson enfatizó que el objetivo es “contrarrestar la influencia china” y apoyar al país mediante programas de financiamiento militar.
OBJETIVOS ESTRATÉGICOS Y TENSIONES GEOPOLÍTICAS

El Gobierno apunta a fortalecer la alianza con Washington, incluso con un eventual ingreso a la OTAN como socio global (“extraOTAN”). También evalúa nuevas adquisiciones, como los vehículos blindados Stryker, impulsados por el ministro de Defensa, Luis Petri.
Otro tema discutido fue la reactivación del radar de LeoLabs en Tolhuin, un proyecto frenado durante el gobierno de Alberto Fernández por sospechas de vinculación con inteligencia británica. Aunque se confirmó que los fondos son estadounidenses, aún no hay decisión sobre su implementación.
En las Fuerzas Armadas admiten que los acuerdos militares “siempre implican contrapartidas”, citando el caso de la base de Rota (España), compartida con EE.UU. Para avanzar, el Ejecutivo necesitará una ley del Congreso que permita el ingreso de tropas extranjeras.
