Marcos Gieco (45) y Mariano Apilanez (52), oriundos de Villa Mercedes, se embarcaron en un trekking altamente desafiante: una experiencia inolvidable hacia el campamento base del Everest, situado a 5.364 metros sobre el nivel del mar, en Nepal, al sur de Asia.
A ellos se les unió Javier Casas (59), primo de Marcos Gieco y amigo cercano de Mariano. Aunque Javier vive en Buenos Aires, lleva en su sangre el legado villamercedino, ya que su madre (tía de Marcos) nació y creció en la misma ciudad.
Marcos continúa residiendo en Villa Mercedes, y Mariano Apilanez vive actualmente en España. Sin embargo, todos juntos demostraron que sus raíces, sus vínculos y el objetivo de esta aventura trascendieron las distancias geográficas.
Para iniciar esta hazaña, la planificación previa fue clave. Los tres diseñaron con detalle el itinerario del viaje que habían establecido como objetivo para el año 2024.
Los primos Marcos y Javier trazaron un recorrido con varias escalas para llegar a su destino: partieron desde Buenos Aires con rumbo a Estambul, continuaron hacia Nueva Delhi, y finalmente aterrizaron en el Aeropuerto de Katmandú, en Nepal.
Por su parte, Mariano fue por un trayecto más corto: desde Bilbao voló hacia Ámsterdam, luego a Nueva Delhi, y finalmente se reunió con los primos en Katmandú, el punto de encuentro acordado.
Una vez reunidos, solo les quedaba trasladarse al lugar de inicio del trekking. Para ello, debieron tomar un vuelo hacia Lukla, hogar de uno de los aeropuertos más peligrosos del mundo debido a una combinación única de factores geográficos, climáticos y estructurales Este último tramo, cargado de adrenalina, los acercó al comienzo de su gran desafío en las majestuosas montañas del Himalaya y al camp bass.
Es aquí donde comienzo el verdadero desafío de la aventura. El Aeropuerto de Lukla, oficialmente denominado Aeropuerto Tenzing-Hillary, es considerado uno de los más peligrosos del mundo. Su pista, de solo 527 metros representa un reto considerable tanto para aterrizar como para despegar dejando poco margen de error. Situado en las proximidades del monte Everest, Lukla es una puerta de entrada fundamental para aquellos montañistas que sueñan con alcanzar la cima del techo del mundo.
Este fue el punto de partida para los viajeros, un lugar tan impresionante como peligroso, que añade un componente extra de adrenalina a la aventura. Aquí tuvieron que esperar unas cuatro horas en el aeropuerto antes de intentar nuevamente tomar otro vuelo, había nubes borrascosas que impedían la visibilidad en la altura. El aeropuerto de Lukla fue sin duda, una auténtica locura, pero volar tan cerca de las montañas y atravesar las quebradas fue un sueño.
Otra particularidad de esta etapa del recorrido fue el encuentro con Eva, una viajera de Irlanda que también se unió al trekking. Esta actividad formaba parte del itinerario que había planificado para explorar diferentes países y destinos en Asia. Además, tuvieron la oportunidad de conocer a Raj, un guía local de Nepal, quien los acompañaría a lo largo de toda la actividad.
Para llegar al Campamento Base del Everest, (EBC, las siglas en inglés, Sagarmatha en idioma nepalí, Chomolungma o Chomolangma en idioma tibetano) este icónico punto en el pico más alto del mundo, la ruta se convirtió en un reto. El clima fue condicionante en cada paso del camino. Mientras que el mayor desafío también era la altura,ya que planeaban llegar hasta los 5.550 msnm si lograban ascender al Kala Patthar (montaña ubicada en el Himalaya, con ascenso desde campo base del Everest).
La aclimatación jugó un papel crucial en cada paso, permitiéndoles adaptarse gradualmente a las diferentes alturas y prevenir problemas como el “mal de altura” o enfermedad de altura (EA). Este proceso exigió tiempo y paciencia, pero fue esencial para garantizar la seguridad y el éxito de la expedición.La clave para para esto fueron las jornadas de trekking moderadas, respetando las pausas en puntos estratégicos como Namche Bazaar y Dingboche. Durante estos días, las caminatas ayudaron a acostumbrar el cuerpo a los nuevos niveles de altitud, mientras pudieron disfrutar de diversos lugares, entre ellos monumentos como el de Pemba Doma Sherpa, la primera mujer nepalí en conquistar el Everest, y monasterios que forman parte de la cultura local.
El recorrido les ofreció una experiencia no solo cultural y paisajística incomparable. A 3.443 msm, en Namche Bazaar pudieron ingresar al Parque Nacional Sagarmatha, donde vivieron un momento conmovedor. Aquí el hotel donde se alejaron tenía ambiente tipo “hostal”, con muchas banderas firmadas por viajeros de diversos países.
El itinerario continuo y la lluvia fue intensa, tan intensa y copiosa, que empapó a los excursionistas, convirtiendo el terreno en un obstáculo. En el río Dudh Koshi, con su característico rugido bajo los puentes colgantes, se volvió protagonista. Los arroyos habían crecido y comenzaron a dificultar cada paso.
Al llegar a Tengboche (a 3890 m), hogar de un monasterio budista icónico, la lluvia se transformó en nieve, que acompañada por el viento, intensificó la sensación de humedad. El grupo decidió no detenerse y priorizó el avance. En un tramo particularmente peligroso, Mariano resbaló cerca del abismo del río Imja, siendo rescatado rápidamente por el guía Raj, quien actuó con rápidamente.
El ascenso siguió hacia Dingboche (a 4450 m), dejando los valles para entrar en un paisaje más árido y montañoso. Este pequeño pueblo se encuentra en el valle del río Imja, y desde aquí comenzaron también a percibirse los efectos de la altitud.
En Lobuche (4930 m) con un sendero más empinado, los memoriales en Thukla Pass, en honor a los escaladores que perdieron la vida en el Everest, invitaron a la reflexión antes de llegar a este pequeño asentamiento al pie de enormes glaciares.
Ya en Gorakshep, a 5.165 metros sobre el nivel del mar, se enfrentaron a un terreno cada vez más difícil. Aunque el objetivo era llegar al EBC, las condiciones meteorológicas lo impidieron, ya que el campamento estaba cerrado debido al riesgo de grietas en el Glaciar Khumbu. La gran cantidad de nieve aumentaban, los riesgos de accidentes. Ante esto, el guía decidió priorizar la seguridad, y llevó al grupo a un punto elevado con vistas panorámicas del glaciar y el Everest.
El ascenso al Kala Patthar
El 2 de octubre, a las 4 de la mañana, el grupo inició el ascenso al Kala Patthar, un mirador a 5.645 metros con vistas privilegiadas del Everest. El frío, la oscuridad y el terreno helado hicieron de esta etapa una prueba de resistencia.
A pesar del agotamiento y las dificultades, lograron llegar a la cima, donde todo el esfuerzo puesto en este desafío, se descomprimió en un momento cargado de emociones. Desde allí, observaron la cordillera del Himalaya y sintieron la magnitud de su hazaña, marcando el punto culminante de un viaje inolvidable.
Tras 10 días de un recorrido extenuante y desafiante, el tramo final del viaje ofreció un estímulo emocionante que hizo valer cada esfuerzo. Al llegar hasta ahí a 5.645 metros de altitud, el grupo rodeado, por un paisaje de imponente belleza y de inmensidad, experimentaron una mezcla de emociones. Lágrimas de alegría que brotaron al contemplar el logro alcanzado, inspirados por la majestuosidad del Everest en el Himalaya.
Este momento inolvidable no solo marcó el punto culminante de la expedición, sino que también sembró en el grupo el deseo de seguir explorando otros caminos alrededor del mundo.